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La violencia sexual es un hecho al que tienen que enfrentarse muchos niños, niñas y sus familias. Los padres y las madres, como principales educadores, les cabe la tarea de informar a sus hijos sobre los riesgos de poder sufrir violencia sexual y de protegerlos, así como de crear un clima de confianza en la familia para que jóvenes y niños, en el caso de que se den estas situaciones, puedan comunicarlo lo antes posible.
Hay que tener en cuenta que la violencia sexual a menores es uno de los malos tratos más invisibles, pero no por ello menos frecuente. Uno de los problemas principales es el secretismo que lo cubre todo, muchas veces impuesto por el propio agresor o agresora, otras por la culpa y vergüenza que sienten los menores, o por lealtad hacia el agresor ya que en gran cantidad de ocasiones son familiares o personas allegadas, lo cual les impide a las víctimas pedir ayuda para acabar con la situación.
Los padres y madres deben tener una información adecuada sobre la violencia sexual contra menores. Es importante conocer los indicadores que podemos observar en nuestros hijos, cómo suelen ser los agresores y la forma de ejercer la violencia sexual, cuáles son las situaciones de riesgo en las que pueden estar los niños y, sobre todo, cómo poder prevenir y ayudar a nuestro hijo o hija. Es también necesario conocer los riesgos a los que están expuestos los menores a través de las nuevas tecnologías, en especial Internet y la telefonía móvil.
No se trata de vivir atemorizados pero sí de ser precavidos e informar sobre estos temas a nuestros hijos.